La balada de Lucy Gray
Como comentamos en el Episodio especial sobre Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes que podéis escuchar en Ivoox, Suzanne Collins se sirvió de un poema llamado Lucy Gray como inspiración para escribir esta precuela de la trilogía.
Este poema fue escrito por William Wordswroth en 1799 y publicado en Lyrical Ballads. Describe la desaparición de una niña llamada Lucy Gray, que se perdió en una tormenta de nieve y no se la volvió a ver. El poema original puede encontrarse en Wikipedia
Os dejamos más abajo la traducción de Inés Galiano del poema.
Nota de la traductora: Con la intención de trasladar el tono poético del romanticismo, he tratado de mantener la rima, cambiando algunos versos de orden para adaptarlo al castellano. El original mantiene estrofas con rima ABAB, mientras que en esta traducción he seguido una estructura ABBC.
Lucy Gray (O la soledad)
Con frecuencia escuché lo de Lucy Gray,
cuando el páramo salvaje atravesaba,
al atardecer me aventuraba,
en busca de la niña solitaria.
Ni amigos ni colegas Lucy tuvo,
en el páramo salvaje vivió,
la cosa más dulce que creció
junto a un hogar humano.
Aún los Cervatillos jugando,
y en la hierba las liebres puedes observar
pero la dulce cara de Lucy Gray contemplar,
nunca más podrás.
“Esta noche habrá tormenta,
en el Pueblo te debes presentar,
toma una linterna, Niña, para iluminar
a tu Madre por la nieve”.
“¡Eso, Padre, con gusto haré!
En esta tarde oscura,
que ya está aquí la luna
y el reloj de la catedral da las dos”
Con esto el Padre levantó su gancho,
y una correa soltó,
hizo un atillo y Lucy tomó
en sus manos la linterna.
Con descuido el corzo de la montaña,
más de una caída se llevó,
en la espesa nieve con los pies tropezó,
que se elevaba como el humo.
La tormenta llegó antes de tiempo,
arriba y abajo vueltas ella dio,
y muchas colinas Lucy subió,
pero nunca alcanzó el Pueblo.
Desdichados los padres toda la noche,
gritaron su nombre largo y tendido,
pero nunca hubo vista o sonido
que una pista les diera.
El amanecer los encontró en una colina,
el páramo contemplaron,
desde allí el puente de madera observaron
a pocos metros del hogar.
“¡En el cielo nos encontraremos!”
A casa llorando volvió
Cuando la madre en la nieve observó
La huella de los pies de Lucy.
Descendieron por la empinada colina,
las pequeñas pisadas siguieron,
por los caminos de setos se dirigieron,
y a través de los muros de piedra.
Cruzaron una explanada,
las pisadas iguales continuaron,
los padres no se perdieron
hasta que llegaron al puente.
Por la nieve las pisadas,
una a una siguieron,
hasta que desaparecieron,
en la mitad de una tabla.
Todavía dicen algunos,
que la niña aún vivirá,
tal vez a la dulce Lucy verá,
en la solitaria naturaleza.
Por obstáculos y caminos
sin mirar atrás, ella pasea,
una solitaria melodía tararea,
que silba al viento.
El poema se basa en un hecho real, pero Wordsworth cambió el relato para que en su poema el cuerpo nunca fuera encontrado. El poeta escribió:
“Escrito en Goslar, Alemania. Inspirado tras los eventos relatados por mi hermana sobre una niña que, cerca de Halifax, Yorkshire, se perdió en una tormenta de nieve. Sus pisadas fueron rastreadas por sus padres hasta el centro de la esclusa de un canal, y no se encontraron más pistas hacia delante o hacia atrás. El cuerpo fue encontrado en el canal”.